Adultos:
Hidratación constante:
Beber agua regularmente, incluso si no tienes sed.
Evitar bebidas alcohólicas, con cafeína o zucaradas, ya que pueden deshidratar.
Ropa adecuada:
Usar ropa ligera, de colores claros y de tejidos frescos como algodón.
Evitar horarios de máxima exposición al sol:
No realizar actividades al aire libre entre las 10 a.m. y las 4 p.m., cuando el sol es más intenso.
Protección solar:
Usar protector solar de amplio espectro con un SPF de al menos 30 y renovarlo cada 2 horas.
Llevar sombrero de ala ancha y gafas de sol con protección UV.
Refrescar el cuerpo:
Tomar duchas con agua fresca o mojarse con paños húmedos en cuello, muñecas y frente.
Espacios frescos:
Mantenerse en lugares con aire acondicionado o buena ventilación.
Usar ventiladores, pero evitar que el aire directo esté muy frío.
Alimentación ligera:
Consumir comidas frescas y ligeras, como frutas, ensaladas y alimentos con alto contenido de agua.
Niños:
Hidratación adecuada:
Asegurarse de que los niños beban agua frecuentemente, incluso si no lo piden.
Vestimenta fresca:
Vestirlos con ropa ligera y protegerlos con sombreros o gorros.
No dejarlos en lugares cerrados y calientes:
Jamás dejarlos en autos o espacios sin ventilación, ni por un momento.
Juegos en horarios adecuados:
Permitir actividades al aire libre temprano en la mañana o al atardecer, evitando el calor extremo.
Protección solar adicional:
Aplicar protector solar específico para niños y renovar con frecuencia.
Proveer sombra para jugar, como sombrillas o toldos.
Observación constante:
Estar atentos a signos de deshidratación o golpe de calor: piel seca, fatiga, irritabilidad o mareos.
Alimentos frescos:
Ofrecerles frutas con alto contenido de agua, como sandía, melón o naranja.